Cuando el miedo es muy intenso, sirve cerrar los ojos y tirarse al agua sin pensarlo. No siempre vamos a estar confiados o seguros de las cosas (o de nosotros mismos). La vida es una actividad, una práctica, un movimiento, y esa es su esencia mayor: la mutabilidad. Por eso no existe lo perfecto en cuanto a estático y supremo, sino lo perfecto en tanto "lo que es hoy", en la medida del tiempo única e irrepetible de ca-da se-gun-do que avanza y sirve de lienzo libre. Lo que es, es lo que debe ser. No en un sentido prefijado, sino en un sentido real: hay que aceptar la realidad que hay e intentar transformarla; no intentar transformarla sin aceptar que es, negándola y deseando otra. Hay que amar lo que se tiene primero. El amor es la llave que mueve los hilos.
No siempre vamos a estar preparados para lo que pensamos o deseamos (el éxito no es asegurado), pero sí, quizas, para lo que suceda, esa realidad perfecta que no siempre nos deja bien parados, pero sí nos prepara para pararnos por nuestra cuenta.
Si tenes miedo al compromiso y decís: "bueno, voy a dejar de buscar relaciones serias porque me dan miedo y no me puedo abrir". Es un GRAVE error! No tenes que dejarte condicionar por las circunstancias casuales que se te presentan (como lo es un miedo). Un temor no está allí para condicionar eternamente como una cerca pinchuda, sino que para aprender a saltarla. Eso sólo se hace practicando, intentando, lastimándote, usando varias curitas, intentando de vuelta.
No debería hacer mi eterno retorno al "mejor no quiero nada serio" para no exponerte o lastimarte. Un miedo sólo se ve grande cuando lo tenes en frente, y parece invencible. Pero una vez que lo saltás, se ve pequeño y te das cuenta que no era él per se, sino el valor que le dabas. Y en definitiva está ahi para entrenarte y darte fuerzas para los que vengan.
Y resulta que
me di cuenta, mientras andaba en bici (qué raro) de qué tengo que hacer al
arrancar una relación. Sucede que estoy saliendo con un pibe y mientras
hablamos, me dice qué cosas le gustan de mi. Y yo recibí eso, casi pasivamente,
porq no venía produciendo nada por mi cuenta. Lo recibí y me sentí bien pero…
Eso nada más, es lo que hago, a raíz de mi alto egocentrismo, no veo al otro.
Me reduzco a ser apreciada y disfrutar del valor que me da el otro, y darme
sentido por ese valor externo y sentir que lo debo mantener. Ósea, me aprisiono
de la opinión que tiene el otro de mi, porque al momento de conocerlos, no los
conozco a ellos, simplemente veo qué piensan de mi. Continúo mi rol de
observadora incluso cuando ya soy partícipe del juego….
Además de que
suena completamente ilógico y egocéntrico, es un sistema que evidentemente no
me funciona porque nunca termino viendo a los chicos con los que salgo, nunca
me termino de involucrar y no entro en el
juego de “los quiero/me dejo querer”. Porque me la paso mirando para adentro,
me miro a mi y lleno mi autoestima de su apreciación, me pierdo de la “relación”
con el otro.
Entonces, me
di cuenta que la próxima vez que lo vea a este pibe, como a cualquier otro, voy
a estar pendiente de él, de su persona, si me gusta o no; si me hace sentir
cómoda o no, nada de “for-show” de mi parte. Que me vea tal cual soy, y YO
verlo a él. Esto también toca un tema muy recurrente en mí que es el de no disfrutar las cosas. No las termino de
experimentar, … no se bien porqué; como que me limito a mantenerlas a flote,
que sobrevivan, pero no a sentirles el saborcito. Quizás tengo miedo de que me
guste, o de necesitarlo y sentirme vulnerable y no suficiente. La cosa es que
sigo en la posición de observadora, comencé a actuar en el escenario, pero a
veces todavía me quedo como si estuviera backstage. Darme el lujo de disfrutar
al otro, de ser yo quien elija si quiero o no. De buscar las cosas que quiero,
de que algo de afuera me pueda… ahí, quiera o no, mis portones de hierro se van
a abrir un poco aunque sea y voy a sentir la brisita que se siente liberadora y
vertiginosa a la vez. Creo que eso es la vida.
domingo, 8 de diciembre de 2013
Qué lindo sentimiento cuando la mascota e la persona que querés, también te quiere a vos, y siente confianza y te busca. Sentís como una doble cercanía, como si fueras parte de esta nueva familia, y todos los miembros ya te dieron la bienvenida y te confiaron su corazón.
(dejo regalito musical)
Anna: I used to love hotels. Now im always in a new appartment or in another hotel somewhere.
Oliver: How do you keep hold of friends or boyfriends?
Anna: It makes it very easy to end up alone, to leave people.
Oliver: You can stay in the same place and still find ways to leave people.
Anna: You are like that? Its what you do?... Well so, we are the same?
Oliver: Yeah, I guess so.
Claro que sí, en mis peores días tengo las mejores revelaciones. Es una constante en la vida, encuentro, esto de necesitar estar mal (que es natural) para poder estar mejor, para ver donde estamos parados, para levantar la cabeza del agua y elegir no ahogarnos en el paisaje azul que nos consume.
Soy un lobby. Me di cuenta que vivo entregando mi tarjeta, mi carta de presentación y que cuando siento que me acerco a los bordes de ese domo de cristal que me encierra/"protege", me vuelvo a alejar. Es como si mi concepcion del vivir consistiera en llegar hasta el otro lado sin mojarme ni mancharme, ni exponerme; el típico "sobrevivir". Me encontraba repetitiva y seca, seca por falta de vida, de regeneración, de exposición. El otro día salí con un chico y te juro que sentí el frío del cristal ese del domo, y ni bien lo sentí, recurrí todavía más a alejarme, a no atravesarlo. Sí, la persona que muestro soy yo pero... increíblemente mediada por "deber ser" y prejuicios a la espera de aprobación de los demás. Yo se hasta donde tengo que llegar para no ser pesada o para que un comentario no raspe...... pero, qué tal si yo quiero tirar un comentario, que casualmente raspa? Eh? Entonces, me limito, niego mi esencia, dejo de serme fiel para serle fiel a un afuera y recibir su amor. Por alguna razón pensamos que es más fácil resolver las cosas afuera que adentro nuestro... casi que lo es, pero es una batalla perdida si no se empieza primero por uno, por algo es lo más difícil.
Yo veo que mi "yo" cotidiano es la punta del iceberg, nunca entro al agua fría ni dejo que nadie entre. Es mi misma carta de presentación, tiendo a llegar a los mismos lugares con la gente porque les revelo hasta el mismo lugar, y no más. Porque revelar más implica desnudarme frente a ellos. Mostrar más implica mostrar mi lado más tierno y sensible y ya conocemos mis locas tendencias protectoras; que no son más que eso, "costumbres", y no pasan a ser realidades fijas. Pero obvio, me da miedo, entonces estoy a la defensiva, no se si alguna vez las dejé respirar y salir de ese domo. La cosa es que con ese pibe, me pasó que choqué con ese cristal y me sentí muy mal porque en definitiva es un modificador. Me condiciona a ser como creo que cae mejor a las personas, entoncesmi ser sale coartado al exterior. Hoy me pasó con una amiga, no sabía qué tanto mostrar para que no creyera que era pesada, y como que me permití ser pesada y así como soy, que me preocupo por los sentimientos de los demas pero que a la vez soy histeriquita...
Y mi hermana me dijo que, la verdadera prueba de amistad era mostrarte exactamente como sos, sin mediarte ni esperar valor de parte del otro. La amistad es compartir, no es ningun concurso, no se juzga sino que se acepta. Y si uno no parte mostrandose como es y aceptándose, los demas no van a conocer esa parte. Hay que dejarse ser.. ya fue.
Y a la mierda el iceberg, a superar la superficie del mar y convertirme en una montaña que va bieeen para arriba! A dejar de buscar problemitas en la cercanía, en mi microcosmos, con mis padres, para no aceptar que el mundo empieza en ese umbral que deja la niñez y empieza con la maduréz.- Avanzar hacia afuera, implica llevarse a uno mismo encima, presentarse y defenderse frente al mundo. Los problemas de la infancia pasan a ser meros estadíos de peaje, que te frenan, bah, en los que te frenas porque da miedito admitir que los problemas sobrepasan el núcleo familiar, ese microcosmos que conocemos de toda la vida. En un momento se abre el panorama y descubrimos el mundo. Pero para descubrirlo propiamente, y explotarlo y disfrutarlo... hay que encararlo. No vale avanzar por el camino pero seguir con la vista atrás porque esos problemas pasados son vistos desde los ojos de un infante. Los problemas de un niño tienen un tope, tienen una autoridad, están protegidos, el niño nunca es únicamente él, es una construcción. Un adulto, en cambio, es su propia persona, él ya sabe que todo lo que es, ahora, es porque lo eligió. Es decir que toda la responsabilidad y toda posible herida la recibe él, ya no tiene la armadura de los padres. Un adulto se hace cargo y encara este nuevo mundo. Yo estoy cruzando ese umbral, lo veo claramente. Estoy viendo el paisaje que se extiende lejano, todavía miro hacia atrás por miedo al vértigo de la plenitud y el vacío que me esperan si les doy cabida.
Pero para poder cruzar ese umbral, tengo que calzarme las botas de nena grande y mostrarme como soy, y abrirme y animarme a sufrir o exponerme: eso es abrirte al lado emocional de la vida, a animarte a relaciones y crecer y ver tus creencias y formas cuestionadas por el limite presencial de otra persona. Sólo hay que arriesgarse y aceptarse.
Me estrechaba entre sus brazos chatos y se adhería a mi cuerpo, con una violenta viscosidad de molusco. Una secreción pegajosa me iba envolviendo, poco a poco, hasta lograr inmovilizarme. De cada uno de sus poros surgía una especie de uña que me perforaba la epidermis. Sus senos comenzaban a hervir. Una exudación fosforescente le iluminaba el cuello, las caderas; hasta que su sexo —lleno de espinas y de tentáculos— se incrustaba en mi sexo, precipitándome en una serie de espasmos exasperantes.
Era inútil que le escupiese en los párpados, en las concavidades de la nariz. Era inútil que le gritara mi odio y mi desprecio. Hasta que la última gota de esperma no se me desprendía de la nuca, para perforarme el espinazo como una gota de lacre derretido, sus encías continuaban sorbiendo mi desesperación; y antes de abandonarme me dejaba sus millones de uñas hundidas en la carne y no tenía otro remedio que pasarme la noche arrancándomelas con unas pinzas, para poder echarme una gota de yodo en cada una de las heridas...
¡Bonita fiesta la de ser un durmiente que usufructúa de la predilección de los súcubos!
«Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena. ¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serán tuyas mientras descansas!
»No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos usados. Rehúye, dentro de lo posible, las enfermedades venéreas, pero si alguna vez necesitas optar entre un premio a la virtud y la sífilis, no trepides un solo instante: ¡El mercurio es mucho menos pesado que la abstinencia!
»Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a los gatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor donde meter la lengua que tu propio bolsillo, y que vale más un sexo en la mano que cien volando».
Pero a mi abuela le gustaba contradecirse, y después de pedirme que le buscase los anteojos que tenía sobre la frente, agregaba con voz de daguerrotipo:
«La vida —te lo digo por experiencia— es un largo embrutecimiento. Ya ves en el estado y en el estilo en que se encuentra tu pobre abuela. ¡Si no fuese por la esperanza de ver un poco mejor después de muerta!...
»La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles. Cuando una tía nos lleva de visita, saludamos a todo el mundo, pero tenemos vergüenza de estrecharle la mano al señor gato, y más tarde, al sentir deseos de viajar, tomamos un boleto en una agencia de vapores, en vez de metamorfosear una silla en transatlántico.
»Por eso —aunque me creas completamente chocha— nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho de renunciar. El dolor de muelas, las estadísticas municipales, la utilización del aserrín, de la viruta y otros desperdicios, pueden proporcionarnos una satisfacción insospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete, ni a las faltas de ortografía. Confecciónate una nueva virginidad cada cinco minutos y escucha estos consejos como si te los diera una moldura, pues aunque la experiencia sea una enfermedad que ofrece tan poco peligro de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tan siquiera tu propia sombra.
»¡La imitación ha prostituido hasta a los alfileres de corbata!»
domingo, 1 de diciembre de 2013
Increíble escena del cine Avant-Garde francés. No se si es posible ver esto y no querer llorar... Me sorprende el cine mudo de antes, tenía que arreglarselas con tan poco y sin embargo decían tanto, quizas mucho más d elo que se dice en una pelicula actual. Es todo un arte... y no hablo de la fiel reproducción de las cosas, sino de la fragmentada o modificada. Es como el arte clásico, es muy bello y quien lo realiza debe ser enormemente talentoso, pero es fantástico un buen cuadro expresionista que toma la realidad pero no se preocupa por reproducirla en cada detalle; su valor no está en la habilidad de reproducción sino en la de CREACIÓN. Crear, es hacer arte, interpretar, modificar, decir algo... La magia de esos tiempos en los que tener poco y más dificil, servía para imaginar más y darle más valor a las cosas que se tenían.