Me gusta mucho saber que hay generaciones irrepetibles. No tanto que cada uno es un individuo, sino que hay generaciones enteras que comparten las mismas cosas. Me parece una sensación invaluable, y de hecho, irrepetible. Por más que alguien en el futuro vea los programas o libros que tenemos hoy, no los vivirá de la misma forma, no tendrá las mismas referencias culturales que orquesten el sonido de su interpretación, de su sensación (feeling). Me encanta.
Lo empecé a notar al buscar los animes que veía de chiquita y encontrarme con toda una nueva oferta, o pensar en mis películas de Disney de la infancia y ver que ahora hay toda una nueva generación, o pensar en una obra de teatro por ejemplo. Recién leía un artículo sobre Lewis Carrol donde decía que la primer adaptación teatral de la obra había sido en 1883 de mano de Henry Clarke, y que al mismo Lewis le había gustado mucho. Me inrtigó, me dieron ganas de ver una obra de hace 131 años... Ciento treinta y un años.
Entonces, sintámoslo o no, querámoslo o no, somos parte de algo grande. Somos parte de un grupo de gente que comparte chistes, crea significados, tiene historias similares... Un vínculo de vida irrepetible y especial. Y lo que más me gusta no es sólo apreciar mi hoy sino pensar en todos esos ayeres, en todos esos otros narradores como yo situados en diferentes generaciones. Somos parte de una línea temporal que no sólo nos conecta con nuestros contemporáneos sino con todos los que vinieron y vendrán.