El retrato del altillo devuelve mi mirada cansada
¿de qué me sirve esconder esa sombra?
La extraño. Extraño su rudeza que desconozco,
sueño con su violencia
salivo por su ritmo certero
mas le temo cuando la descubro
quiero compartir esa penumbra, manchar a los que creen que soy pulcra
y sostener en alto y al unísono
las dos voces que me integran
que son tres
mi espíritu santo coce con su hilo la liminalidad
dejo de caber en el molde, mis huesos crecen a pesar de que les instruí no disrumpir
fueron, fuimos, ¿fui? muy clara cuando les dije: no se muevan
no importa si me atacan, yo aca me quedo
pero luego grito "¡traición!" cuando los demás avanzan y me dejan.
erupto crisis y calmas
no hubo ataque sino erosión en el tiempo de la piedra seca
vaciándose, extirpando vitalidad desde adentro
cada tanto ese vacío genera caídas y roturas, el molde se deforma
y agradezco el lugar de romperme y dejarme ser bestia,
de permitirme crecer, incluso de manera deforme
de a ratos exacerbada y desesperada, que me atraviesa la piel
revela mi horrenda cara
que muestro al sol
dejo de sostener el manto que me tapa
exhalo y cierro
los ojos en un acto de paz.
Me dejo ir para que las lombrices hagan conmigo
y hagan de mí, algo nuevo.