Hoy en un café me puse a leer un
artículo sobre la imprecisión de la figura del "diablo" en la Biblia,
sobre cómo realmente fue una construcción paralela y dadora de forma al
discurso biblico. Se mencionaban los diferentes nombres que hoy le
conocemos pero que en ningun texto representaron a la misma "persona",
entonces se planteaba la pregunta de cómo o porqué hoy armamos el perfil
del Diablo-Satán-Lucifer torturador de almas pecaminosas... Y me puse a
pensar, en realidad si el diablo (la ficción católica) fuera realmente
malo como se lo perfila, no torturaría a aquellos que cumplen con su
deseo (maldad, pecados..) sino que los recompensaría. La idea de que
castigue a los traviesos suena más a que el Diablo-malo fuera en nombre
de la
religiosidad que golpea a sus ovejitas a fin de que no se salgan del
camino, es decir que no sería algo separado u opuesto del Dios-bueno,
sino un sirviente suyo. Así el Dios católico dejaría el trabajo sucio de
convencimiento y educación en manos de su amiguo el
Diablo. Dios como la ley y el diablo como el policia con el fierro. "No
hagas porque Dios todo lo ve". Pero ¿si ese Dios todo poderoso
no estuviera observando? La idea es que nunca te salis con la tuya
porque SIEMPRE hay alguien que mira... pero digamos que justo se le
metió una
basurita en el ojo a Dios y el obediente católico podría tranquilamente
pecar, entonces si antes no lo hacía no era por amor a Dios, sino porque
sabía que su acción no pasaría inadvertida. Es
decir que se crian a los siervos religiosos con el alimento Pavloviano
de "si haces algo malo te castigo"*, por lo que el hacer buenas acciones
carece de mérito porque su fin último es egoista, es para salvarse a
uno mismo. Aquel aprendizaje que imparten ciertas religiones deriva en
seguidores obsecuentes que no piensan por sí mismos sino que cumplen.
Una religion basada en el castigo es una religión con
malos parenting-skills.
Todo esto me lleva a que la ausencia del mal no equivale al bien, es
decir que no
son opuestos, no son esa dualidad subyacente a todo como nos vienen
diciendo desde hace siglos. Sin querer robarle palabras a Sartre, en mi
opinión existen el Ser y existe la Nada, y cada uno agrupa dentro de
ellos diferentes capas que luego connotamos negativa o positivamente.
Porque bien y mal son subjetividad, provienen de la mirada del
espectador-hombre ante una situación. Las cosas son buenas o malas para alguien, no lo son en sí, es
decir que no existen valores comunes totalizadores e inmanentes. Hay sí
y no, existencia efectiva y no existencia, gris y color (blanco y negro
para mi es la mirada estrecha como de quien pretende que Capitalismo y
Socialismo son cosas opuestos... otro post). Gris no es en mi mente un color meramente, sino la falta de tono. Lo es para mi porque
ademas de
espectadores somos actores, entonces reinterpretamos las cosas
constantemente para sacarlas del mito de la "objetividad" y hacerlas
nuestras, la vida es para cada uno porque la única vida que conocemos es
la que se ve desde nuestros ojos. Por eso digo mito, por eso me opongo a
la idea de bien vs. mal como algo preexistente, objetivo, indudable;
sugiere una mirada externa a todos, totalizadora y reguladora...
pero si tal mirada existiera no tendríamos acceso posible a ella por lo
que todo intento de objetivizacion o ideas reguladoras son en
consecuencia inventos del hombre puestos en una boca mucho más grande e
imposible de comprobar.
No soy del todo pesimista, de hecho, no soy atea
(otro post... ) pero hablando sobre las palabras que se ponen en boca
de ese Ser que nos garantiza el bien y la justicia, me causa gracia que
inconcientemente la gente
continue haciendolo. Lo veo como quien le habla a su espejo y pretende
que la figura del otro lado del espejo tiene la verdad. Ponen sus
palabras, sus pensamientos en boca de un
ser superior -que los avala- y de allí sale la discordia
inter-religiosa y porqué en mi mente no es tanto un acto de fe sino de
inclinación y creencia. El otro día escuché en la calle a una señora
mayor
decir "Dios sabe porqué hace las cosas". Tambien enganché un documental
sobre una
Iglesia Baptista que atacaba (literalmente) a los gays argumentando que
su Señor no los quería y que eran pecadores y que su Señor los salvaría a
ellos-los-puros porque eran elegidos y vivían bajo sus leyes, etc etc.
Es
increíble como todos le ponemos nuestras creencias a la imagen que
tenemos de Dios en vez de dejarlo hablar... porque ¿quien lo escucha?
Cada vez más veo similitudes con El Mago de Oz porque retrata a
la perfección el poder de la creencia puesta en una imagen que al final
del dia no ejerce su poder como Ser en sí sino como imágen
tranquilizadora. No se
necesita más que una idea, una necesidad para que las personas empiecen a
usar la cita de autoridad más perfecta e incomprobable. Si yo quiero
Dios dice que soy la reina del mundo y el
fundamento es el mismo que poseen las religiones que dicen "Dios quiere
esto.. o Dios piensa aquello...".
En aquél artículo Diablo-reivindicador señalaban que "Satán" es un
término hebreo para denominar "adversario" o "acusador", utilizado
anteriormente como adjetivo (qué interesante nuestra costumbre de
objetivizar/personificar adjetivos). Continuando con sus argumentos para
iluminar la razón de nuestra concepción actual de Diablo, marcaban que
en la biblia no existe como tal aquél personaje que hoy conocemos como Diablo o rey del
inframundo (muy pagana esta idea). Y no puedo más que concluír con que
este personaje no es más que un intento de polarización y control* que
nos hace volver a la falsa dualidad inicial. Por esto mismo me gusta
tanto El nombre de la rosa, porque trivializa al Mal, lo saca de
su pedestal religioso y lo pone por fuera, en las personas mismas. En la
historia de Eco, el mal no es el enemigo a derrotar, sino que es
el fanatismo por erradicar ese mismo Mal: es el hombre que se mira al
espejo y escucha hablar a su imagen, es la serpiente que se come la
cola, es el heroe
intentando huir de su destino. Y lo irónico es que la maldad que
intenta combatir el asesino de la abadía, termine siendo su accionar
mismo aunque él nunca lo llegue a ver porque era avalado por su Dios
contra el Satán, del adversario, el libro prohibido. Ese es el peligro
del falso-dualismo-objetivo perpetuado por algunas religiones, esta idea
de hablar en nombre de Dios (razón por la cual en la Edad Media habia
lectores aprobados para acceder a ella, como si eso no fuera menos
contradictorio) en donde cada uno
termina repitiendo lo que cree con la espada todo poderosa de la
"verdad divina" en su mano.