viernes, 14 de diciembre de 2012

Tiempos Muertos

Me di cuenta que en las conversaciones, en la diigestión, en la vida en general se necesitan pausas. Tiempos muertos, que no sea todo el relleno de la empanada de carne, que haya un poco de huevo y aceitunas y cebolla, sino, empalaga y deja de ser rico. Pierde la gracia. En la digestión es ooobvio su efecto, necesitas un tiempo de no comer nada para poder digerir las cosas, para asentarlas, para concientizarlas dentro de tu estómago. En las conversaciones a veces nos re embalamos tratando de llenar espacios incómodos y queremos mantener al otro entretenido y por ahi deja de ser una conversacion y se vuelve un monólogo, algo de lo que el otro deja de participar y comienza a juzgar.
A veces cerrar la boca despues de decir algo te permite a vos respirar y no pensar si lo que dijiste fue estúpido o lo que sea, más bien, ver qué pensas al respecto, qué tanto estas de acuerdo y formular tu punto de vista en aquél silencio. No es que no pasa nada en esos espacios sino que es un tiempo productivo pero más relajado. Además cuando dejas de hablar ves al otro, a veces cuando nos enganchamos hablando estamos mirando para adentro y lo que uno piensa o lo que desea en vez de ver a la persona a la que se lo está contando! Que no es menor que lo que se está contando, es el interlocutor.
Y en la escritura obvio, sirven, no para retrasar el final como diria un mal profesor de esno para crearlo, para articular los brazos y las lineas sobre las cuales se apoyará. Para crear momentum.

A veces ese respiro que te tomás es lo que necesitás para dejar de hacer y comenzar a sentir. Para mirar a tu alrededor y  apreciar. Muchas veces estamos re ocupandos queriendo ser productivos o lograr ciertos objetivos para alimentarnos como personas, pero lo necesarios... momentos en los que la persona se construye igualmente en el momento de nada. Como el nadador que mete la cabeza fuera y dentro del agua constantemente y a pesar de tomar aire en esas subidas, necesita frenar un cachin para respirar tranquilo y relajarse.

Permitirse el momento de relajación, de amor a uno mismo. Dejarse ser. Y disfrutar el momento siendo uno, estando tranquilo y no ascelerado. Marinarse en esos momentos que pueden parecer incómodos a veces pero que esconden una pulpa muy jugosa y necesaria para retomar la marcha.

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