sábado, 14 de diciembre de 2013

Sobre participar en la relación y no verla desde afuera

Y resulta que me di cuenta, mientras andaba en bici (qué raro) de qué tengo que hacer al arrancar una relación. Sucede que estoy saliendo con un pibe y mientras hablamos, me dice qué cosas le gustan de mi. Y yo recibí eso, casi pasivamente, porq no venía produciendo nada por mi cuenta. Lo recibí y me sentí bien pero… Eso nada más, es lo que hago, a raíz de mi alto egocentrismo, no veo al otro. Me reduzco a ser apreciada y disfrutar del valor que me da el otro, y darme sentido por ese valor externo y sentir que lo debo mantener. Ósea, me aprisiono de la opinión que tiene el otro de mi, porque al momento de conocerlos, no los conozco a ellos, simplemente veo qué piensan de mi. Continúo mi rol de observadora incluso cuando ya soy partícipe del juego….
Además de que suena completamente ilógico y egocéntrico, es un sistema que evidentemente no me funciona porque nunca termino viendo a los chicos con los que salgo, nunca me termino de involucrar  y no entro en el juego de “los quiero/me dejo querer”. Porque me la paso mirando para adentro, me miro a mi y lleno mi autoestima de su apreciación, me pierdo de la “relación” con el otro.

Entonces, me di cuenta que la próxima vez que lo vea a este pibe, como a cualquier otro, voy a estar pendiente de él, de su persona, si me gusta o no; si me hace sentir cómoda o no, nada de “for-show” de mi parte. Que me vea tal cual soy, y YO verlo a él. Esto también toca un tema muy recurrente en mí que es el de no disfrutar las cosas. No las termino de experimentar, … no se bien porqué; como que me limito a mantenerlas a flote, que sobrevivan, pero no a sentirles el saborcito. Quizás tengo miedo de que me guste, o de necesitarlo y sentirme vulnerable y no suficiente. La cosa es que sigo en la posición de observadora, comencé a actuar en el escenario, pero a veces todavía me quedo como si estuviera backstage. Darme el lujo de disfrutar al otro, de ser yo quien elija si quiero o no. De buscar las cosas que quiero, de que algo de afuera me pueda… ahí, quiera o no, mis portones de hierro se van a abrir un poco aunque sea y voy a sentir la brisita que se siente liberadora y vertiginosa a la vez. Creo que eso es la vida.  

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