sábado, 4 de marzo de 2017

Cuando calumniaron al Diablo

     Hoy en un café me puse a leer un artículo sobre la imprecisión de la figura del "diablo" en la Biblia, sobre cómo realmente fue una construcción paralela y dadora de forma al discurso biblico. Se mencionaban los diferentes nombres que hoy le conocemos pero que en ningun texto representaron a la misma "persona", entonces se planteaba la pregunta de cómo o porqué hoy armamos el perfil del Diablo-Satán-Lucifer torturador de almas pecaminosas... Y me puse a pensar, en realidad si el diablo (la ficción católica) fuera realmente malo como se lo perfila, no torturaría a aquellos que cumplen con su deseo (maldad, pecados..) sino que los recompensaría. La idea de que castigue a los traviesos suena más a que el Diablo-malo fuera en nombre de la religiosidad que golpea a sus ovejitas a fin de que no se salgan del camino, es decir que no sería algo separado u opuesto del Dios-bueno, sino un sirviente suyo. Así el Dios católico dejaría el trabajo sucio de convencimiento y educación en manos de su amiguo el Diablo. Dios como la ley y el diablo como el policia con el fierro. "No hagas porque Dios todo lo ve". Pero ¿si ese Dios todo poderoso no estuviera observando? La idea es que nunca te salis con la tuya porque SIEMPRE hay alguien que mira... pero digamos que justo se le metió una basurita en el ojo a Dios y el obediente católico podría tranquilamente pecar, entonces si antes no lo hacía no era por amor a Dios, sino porque sabía que su acción no pasaría inadvertida. Es decir que se crian a los siervos religiosos con el alimento Pavloviano de "si haces algo malo te castigo"*, por lo que el hacer buenas acciones carece de mérito porque su fin último es egoista, es para salvarse a uno mismo. Aquel aprendizaje que imparten ciertas religiones deriva en seguidores obsecuentes que no piensan por sí mismos sino que cumplen. Una religion basada en el castigo es una religión con malos parenting-skills.
                   Todo esto me lleva a que la ausencia del mal no equivale al bien, es decir que no son opuestos, no son esa dualidad subyacente a todo como nos vienen diciendo desde hace siglos. Sin querer robarle palabras a Sartre, en mi opinión existen el Ser y existe la Nada, y cada uno agrupa dentro de ellos diferentes capas que luego connotamos negativa o positivamente. Porque bien y mal son subjetividad, provienen de la mirada del espectador-hombre ante una situación. Las cosas son buenas o malas para alguien, no lo son en sí, es decir que no existen valores comunes totalizadores e inmanentes. Hay sí y no, existencia efectiva y no existencia, gris y color (blanco y negro para mi es la mirada estrecha como de quien pretende que Capitalismo y Socialismo son cosas opuestos... otro post). Gris no es en mi mente un color meramente, sino la falta de tono. Lo es para mi porque ademas de espectadores somos actores, entonces reinterpretamos las cosas constantemente para sacarlas del mito de la "objetividad" y hacerlas nuestras, la vida es para cada uno porque la única vida que conocemos es la que se ve desde nuestros ojos. Por eso digo mito, por eso me opongo a la idea de bien vs. mal como algo preexistente, objetivo, indudable; sugiere una mirada externa a todos, totalizadora y reguladora... pero si tal mirada existiera no tendríamos acceso posible a ella por lo que todo intento de objetivizacion o ideas reguladoras son en consecuencia inventos del hombre puestos en una boca mucho más grande e imposible de comprobar. 
                    No soy del todo pesimista, de hecho, no soy atea (otro post... ) pero hablando sobre las palabras que se ponen en boca de ese Ser que nos garantiza el bien y la justicia, me causa gracia que inconcientemente la gente continue haciendolo. Lo veo como quien le habla a su espejo y pretende que la figura del otro lado del espejo tiene la verdad. Ponen sus palabras, sus pensamientos en boca de un ser superior -que los avala- y de allí sale la discordia inter-religiosa y porqué en mi mente no es tanto un acto de fe sino de inclinación y creencia. El otro día escuché en la calle a una señora mayor decir "Dios sabe porqué hace las cosas". Tambien enganché un documental sobre una Iglesia Baptista que atacaba (literalmente) a los gays argumentando que su Señor no los quería y que eran pecadores y que su Señor los salvaría a ellos-los-puros porque eran elegidos y vivían bajo sus leyes, etc etc. Es increíble como todos le ponemos nuestras creencias a la imagen que tenemos de Dios en vez de dejarlo hablar... porque ¿quien lo escucha? Cada vez más veo similitudes con El Mago de Oz porque retrata a la perfección el poder de la creencia puesta en una imagen que al final del dia no ejerce su poder como Ser en sí sino como imágen tranquilizadora. No se necesita más que una idea, una necesidad para que las personas empiecen a usar la cita de autoridad más perfecta e incomprobable. Si yo quiero Dios dice que soy la reina del mundo y el fundamento es el mismo que poseen las religiones que dicen "Dios quiere esto.. o Dios piensa aquello...".
                      En aquél artículo Diablo-reivindicador señalaban que "Satán" es un término hebreo para denominar "adversario" o "acusador", utilizado anteriormente como adjetivo (qué interesante nuestra costumbre de objetivizar/personificar adjetivos). Continuando con sus argumentos para iluminar la razón de nuestra concepción actual de Diablo, marcaban que en la biblia no existe como tal aquél personaje que hoy conocemos como Diablo o rey del inframundo (muy pagana esta idea). Y no puedo más que concluír con que este personaje no es más que un intento de polarización y control* que nos hace volver a la falsa dualidad inicial. Por esto mismo me gusta tanto El nombre de la rosa, porque trivializa al Mal, lo saca de su pedestal religioso y lo pone por fuera, en las personas mismas. En la historia de Eco, el mal no es el enemigo a derrotar, sino que es el fanatismo por erradicar ese mismo Mal: es el hombre que se mira al espejo y escucha hablar a su imagen, es la serpiente que se come la cola, es el heroe intentando huir de su destino. Y lo irónico es que  la maldad que intenta combatir el asesino de la abadía, termine siendo su accionar mismo aunque él nunca lo llegue a ver porque era avalado por su Dios contra el Satán, del adversario, el libro prohibido. Ese es el peligro del falso-dualismo-objetivo perpetuado por algunas religiones, esta idea de hablar en nombre de Dios (razón por la cual en la Edad Media habia lectores aprobados para acceder a ella, como si eso no fuera menos contradictorio) en donde cada uno termina repitiendo lo que cree con la espada todo poderosa de la "verdad divina" en su mano.

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