Qué asco sintió en ese momento. Invadida por sensaciones agridulces no pudo contener la idea de que no era una víctima de la situación. Casi parecía como si la hubiera buscado, esa precisa, un plan maestro, casi macabro. Automutilación para dejar correr y escapar de su cuerpo aquella sangre que no le pertenecía, que alguna vez le había amamantado pero sabía que hoy solo podría envenenar el resto.
Tristeza y un tanto asustada de sí porque supo que ese corte de alma fue hecho por su propia mano, como una purgación, como sentarse voluntariamente en aquella silla de víctima esperando que cayera el acha, para excusar su liberación forzosa. Un camino un tanto cobarde y maquiavélico.
(primer bosquejo del texto, a revisar por la autora otro dia en el cual no tenga que madrugar)
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