Momento 1- Siempre fui una
persona sumamente nostálgica, encuentro placer, ternura, seguridad en el
pasado, me gusta contemplarlo, me encanta evaluarlo (sería muy Freudiana), pero
no lo deseo, me gusta donde estoy hoy y creo fielmente que “caminar para adelante”
y “no hay vuelta atrás” son dos frases ascendentes: siempre, si seguís caminando
las cosas van a crecer/desarrollarse/evolucionar. Creo en el para adelante pero
también en el para atrás, a veces sirve saber de dónde venimos o qué venimos
haciendo para corregirlo o buscar algo mejor.
Momento 2- Ahora, yo siempre
sentía que había nacido a la mitad de la historia, que había habido un montón
de películas, hechos históricos, cosas que me había perdido y entonces ahora
tendría que diligentemente ponerme a buscarlas/investigarlas para tener
conciencia de mi historia en esta tierra. Pero al hacer eso me perdía de este
presente y a su vez nunca lo alcanzaría, siempre estaría miles de años por detrás…
Momento 3- Estaba hablando con
una amiga sobre cómo me da fiaca buscarme un nuevo psicólogo, cómo la que tenía
antes era genial y me conocía y me daba fiaca tener que contar toooooda mi
historia de vuelta para que entienda dónde estoy hoy; y recién entonces poder
contarle mis problemas (misma tramoya que en el momento 2). Mi amiga me dice:
pero la idea es que ella te conozca como sos hoy, no tiene mucho sentido que le
expliques tu trauma de los 5 años de caerte de la hamaca. Si el psicólogo es
vivo, te va a entender igual… “ Y tiene toda la razón, YO no soy mi pasado e
historia, soy lo que soy hoy, entonces empezar desde ahí, no retroceder mil
años para atrás para darme sentido a mi yo-actual. Yo cambié, soy otra, no
puedo seguir explicándome con las mismas razones con las que lo hacía en mi
infancia.
Momento 4- No solo nueva
motivación para buscar un psicólogo macanudo sino nueva forma de encarar la
vida. Definirme según mi hoy, mirar donde estoy parada. Dejar de mirar para atrás
ni mirar el vacío temeroso del futuro. Soy como un caminador de cuerda, tengo
que mirar hacia adelante, manteniendo el balance. Y construir nuevas
experiencias y logros a partir de los cuales entenderme sin tener que remontar
todo a mi lejano pasado; no olvidarlo nunca, pero tampoco hacer de él mi
presente. Siempre supe que si hoy algo te sale mal o decís una boludez y causas
una mala impresión o algo te da miedo, siempre lo podrás hacer mañana. Y si seguís
intentando mejorarte, lo vas a lograr. Pero también, ejercitar el amor por el
presente, valorarlo, verlo y vivirlo: no siempre tenemos que súper esforzarnos
para “mejorar” a veces hay que dejar de pedalear y dejarse caer recibiendo el
vientito y absorbiendo ese instante.
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