miércoles, 17 de septiembre de 2014

Construír experiencias

Esto es algo ya sabido, pero como todo consejo de vida "ya conocido" lo que escribo en el blog lo pongo solamente cuando siento que me cayó la ficha a MI, y que no repito como loro las experiencias de vida que se nos van pasando de generación en generación. 

Para contarles mi epifanía, tengo que partir de la co-incidencia de dos sucesos de hoy:
1- Mientras leía el concepto de Hermenéutica de Schleiermacher y su análisis de Kant acerca de conceptos trascendentes (Dios, alma, mundo como totalidad cerrada...) me llamó gustosamente la atención ver que para ambos autores, estos conceptos tenían principalmente un uso regulativo, es decir que no se aspiraba alcanzarlos como objetivos posibles, algo aprehensible, acabado, sino que eran ideas que se utilizaban como ideal. Y por medio de "hacer de cuenta que existe" este ideal, el conocimiento continúa su búsqueda, consciente de que no alcanzará ningún fin puntual y que nunca obtendrá por medio de la experiencia, una respuesta última.. fija.. acabada. 

Esto ya lo veníamos percibiendo desde Heráclito, quien nos plantea un mundo fluctuante, permanentemente cambiante. Pero me divirtió que fueran tan sensatos como para admitir que siempre va a haber algún espacio vacío, inacabado, que la naturaleza no es fija ni trasparente y pretender que lo sea es verla como una foto estática que se desactualizará al segundo siguiente. 


2- Me dieron más horas en el trabajo, un trabajo ligero, bueno,... pero en negro. Estaba chocha caminando a casa pensando en el año que viene, en cómo enchufar las materias con el trabajo, en mi futura jubilación que gracias a este trabajo, comenzaría tarde...


Entonces me di cuenta que más allá de la felicidad copada de tener más horas laborales, no debía sentarme ante esa novedad. Cuando sucedan cosas muy buenas, hay que disfrutarlas y (sin desvalorizarlas) no sentirse completado, no decir: bueno, y acá me quedo tranquilo por un tiempo... Porque uno frena, pero el piso se sigue moviendo, el tiempo avanza y no hay que equivocar estar tranquilo con inactividad; con no buscar cosas nuevas o mejores. 
Creo que teniendo en mente la propuesta de Schleiermacher, no hay que darse nunca por completo porque ni la vida ni la naturaleza se pueden alcanzar completamente, siempre nos queda algo insatisfecho, inacabado.. y ¡Por suerte! Sino no tendríamos el deseo de algo más para seguir propulsándonos hacia cosas nuevas. Y nunca hay que sucumbir el DESEO a la comodidad. Incluso cuando estamos medio dormidos o aburridos con la vida, hay que esforzarnos y replantearnos aquello que deseamos.  
Aristóteles ya lo dijo: el deseo es el motor 
de la vida, cuando se deja de
 desear, uno muere. 

Yo he crecido un montón pero no quiero quedarme con ese recuerdo de crecimiento, quiero seguir creciendo, quiero renovar mi confianza todos los días. Y la forma de hacer eso es seguir teniendo aspiraciones y seguir metiéndome en lugares nuevos o incómodos, no sentirme satisfecha con nada (disfrutarlo, pero no detenerme ahí), seguir explorando y haciendo.


Hay que renovar las pasiones (pero no desde cero), hay que transformarlas para que vayan creciendo y alzanzando nuevas formas e ideales. Ir sumándolas, agregando una encima de otra como un muñeco de arcilla al que cada vez le vamos agregando más masa, más altura y detalles. Que sea todo un empuje hacia el mismo lado... naturalmente no sabemos el FIN -en qué resultará todo ese caudal de experiencias- pero hay que ir construyéndolo sobre la marcha. Un logro por vez, teniendo cada uno de ellos como objetivo... y cada tanto alejándonos de nuestro muñeco de arcilla para ver hacia donde estamos yendo... 

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