Ayer vi "Los Siete samurais" de Akira Kurosawa -debo admitir que no soy imparcial en este comentario, aunque... ¿algua vez se es imparcial en un comentario? Quizás la imparcialidad se refiere no a la opinión en sí sino a la predisposición previa a tenerla- y me pareció tierna, graciosa, y con sentimiento. No se si describiría como dramática, sino como algo que te afecta y te llega. Me pasó igual con "Barba Roja", esa sensación de ser interpelada, y no ser un mero espectador.
Hace tiempo que estoy pensando en historias y guiones de cine desde el lugar de la construcción, cómo pensarlos, cómo desarrollar una historia interesante y rica... Entonces atenta a esto observé esta peli. A los primeros minutos ya se planteó el conflicto y solución: un pueblo en peligro necesita contratar samurais para salvarlos de unos bandidos.... van a encontrarlos y luchar y ganar; entonces ¿qué va a suceder por las restantes dos horas? Y ahí es cuando se me pinchó la burbuja y me di cuenta que toda la carne de este guiso era no la historia argumental en sí, sino los pormenores, los detalles que la hacen real: lo que el director quiere expresar. Entonces vi que lo que tengo que tener en claro al escribir una historia, es: qué quiero decir, cuáles son mis objeciones sobre la sociedad, qué quiero salvar, qué quiero sentir y hacer sentir.... Y a veces nos enfocamos tanto en las metas y los puntos sobresalientes de la historia, que nos olvidamos del sentimiento submarino que los recorre, articula y da sentido al acto mismo de la escritura.
Quizás es la mala costumbre de las películas yankees (que disfruto enormemente) con sus acciones puntuales que dan forma a la historia y con suerte la profundización de un personaje, en vez de la creación de una atmósfera.
Fue una experiencia similar a la de leer Lolita de Nabokov. Sé en qué consiste la historia, sé que este hombre mayor se enamoró de su hijastra y que planean huír..... pero la historia no es sólo eso. A veces estamos tan desesperados por que nos den nuestro queso, por que nos den lo que estamos esperando (como un beso o una escena de sexo entre personajes que dan mucha vuelta), que ni prestamos atención al resto. Yo leía Lolita y le encontré millones más de matices a una historia que pensaba lineal, simple y sin sorpresas. Me gustó lo que me encontré, pero también me causó tedio al querer comer el queso prometido y encontrarme con páginas y páginas que me apartaban de él. Creo que en ese caso, estoy sufriendo una re-educación por parte de Murakami. Ósea, el hombre es vivo y cada unas cuantas páginas te tira huesos que te mantienen entretenido masticando, pero sin que te des cuenta estás leyendo pasajes que podrían ser la "nada" para un productor de películas de Hollywood. ¿Qué pasa acá? Hay un hombre metido en un pozo y ve todo oscuro excepto 5 segundos de sol directo sorbe su cabeza que le cambian la vida, o un chico cuidando a un moribundo en el hospital y preparándole pepino para comer... Este autor nos saca el "¿qué pasa acá?" -la búsqueda constante de acciones- y nos plantea en cambio "¿qué significado le puedo encontrar a estas escenas?".
Voy a ser muy sincera, terminé de leer "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" y lo primero que pensé fue: ¡Me encantó, pero no entendí nada! Había tanto del autor ahí metido, tanto chiste interno, psicología propia, metáforas por doquier, intrigas que quizás no buscan ser explicadas -como una película de Woody Allen-, había una persona detrás orquestando ese mundo. Y todos tenemos eso adentro, sólo que nos encontramos en un mundo donde la economía reina, y cuanto más sintético y al caso, y cuanto más rápido nos tires la acción, más felices vamos a estar. Y sin embargo, en "Crónica..." se te plantea el conflicto y 700 páginas después seguís intrigado y absorbido por el mundo que rodea a Tooru Okada; los personajes sin explicación y su vinculación con ellos. Este tipo de autores, vuelve a traer el detalle de las historias de antes, pero con un original giro moderno. Aunque uno, erróneamente podría confundir la modernidad con lo rápido, simple, carente de contenido o explicación. Todos usamos una computadora o un celular pero no tenemos idea lo que tienen adentro que los hacen funcionar así, si quedáramos varados en una isla desierta sin las principales cabezas que entienden su funcionamiento, no podríamos re-hacer computadoras. Vivimos en un mundo aparentemente simplificado, por ejemplo: la mitad de las tareas que se hacían hace 50 años hoy día podrían sintetizarse con un click, en vez de la búsqueda, la técnica y el camino.
Búsqueda-Técnica-Camino. Eso fue lo que tuvo la película de Kurosawa. No importaban tanto los hechos básicos argumentales sino el camino que llevaron a cabo los personajes al buscar sus objetivos. Será porque es una película antigua de tiempos un poco más rebuscados y diferentes, será que soy muy nostálgica, será que simplemente las cosas cambian pero no por ello deberíamos olvidar lo que subyace. Sí, corremos el peligro de caer en un espiral cual "Medianoche en París", pero quizás no busco respuestas idealistas de tiempos pasados. Sino que no quiero olvidar el diálogo con esos tiempos, quiero hablar hacia adelante pero saber qué piso estoy pisando, sobre qué se construyó mi estructura mental/social. No quiero perder de vista el panorama. De alguna forma, me siento como el lector acostumbrado al narrador omnisciente que cada tanto le lanza gloriosos flashbacks: quiero conocer todo. Y me doy cuenta que sí, quizás encuentro apoyo en el pasado, pero no quiero cometer el pecado de la soberbia y pensar que el mundo comenzó cuando yo nací, que lo que hay no hay que cuestionarlo ni entenderlo. Quiero saber cómo funcionan las cosas, y por eso, yo -quizás otro no- necesito conocer, y encuentro placer en, ponerme en los zapatos de mis antepasados. Desde pequeña que observando fotos antiguas imagino historias sobre lo que vivirían esas personas. Soy quizás demasiado empática, pero encuentro en ello, una posibilidad infinita de sensaciones y de vidas. Como si al ponerme en los zapatos de quienes experimentaron el mundo antes que yo, pudiera vivir miles de vidas paralelas, como cuando leo. Y todos ellos son mis maestros y si ellos pudieron, hicieron, sintieron, entonces me vuelvo consciente de que no soy la única ni la primera, sino que soy parte de. Y es una sensación muy rica esta conexión como brazos largos que atraviesan lineas temporales y se sostienen de otros brazos, hace que re-signifique mi vida y no quiera caer jamás en la simplicidad de una vida materialista o chata que muchas veces olvida el camino y se queda sólo con las atracciones superficilales de corte Hollywoodense.
Entonces es por medio de las artes y la historia que se encuentra la conciencia casi paterna que nos educa para apreciar no sólo sus objetos de goce -libros, películas, música- sino también la forma en que vivimos nuestra vida, y lo que queramos aprender de ella. El camino, es la clave para escribir una buena historia, no querer apresurarse a los hechos volcánicos que a simple vista dan sentido, sino ir construyendo los pasos que los personajes dan en busca de sus objetivos.
Como último comentario, la peli de Kurosawa me re divirtió y me pareció super interesante que el personaje al que menos fichas se le daba, el menos "importante", resultara ser básicamente, el centro de la historia.