Hoy día no me sale dibujar o pintar. Antes, lo hacía por una necesidad patente, por la falta de TV o herramientas culturales en mi juventud, me las creaba yo misma. Qué fácil es crear cuando hay necesidad y no sólo placer. Pero creo que el placer es también una fuente legítima de creación, por más que la que más fácil nos surja sea la del dolor o la falta. Antes no había cámara entonces los pintores pintaban personas, no había forma de captar la emoción de un paisaje por más que no fuera a través de la pintura, o la adherencia o disconformismo respecto de las estructuras impuestas. Los primeros pasos de la música, me gusta pensar a los grandes compositores frente a un piano con el vacío de no tener con qué llenarse. Los hubo quienes lo llenaron con las palabras, los colores, los sonidos, el labor manual, eso todo fue necesidad, latencia -que late- y desea crear algo para poder degustarlo (como hago yo en la cocina cuando no hay nada rico a kilómetros de distancia).
Estas son las "fáciles", las que tienen un sentido claro detrás. Pero entonces, cuando no tengo la "necesidad", o por lo menos, no la tengo tan presente como en otros tiempos... ¿porqué quiero forzarme a crear, escribir, pintar? Es una pregunta legítima que me hago. Quizás es porque es el mundo que conozco y me da sentido de alguna forma, quizás es porque no me quiero dar por vencida en este camino que emprendí hace tanto tiempo... Quizás es porque me olvidé lo que quiero decir sobre el mundo, y decirle al mundo. Olvidé mi voz, qué hacer con ella o se me atrofió por falta de uso.
A veces me invade la sensación de que no sé esforzarme, o me cuesta aprender, que quizás ya no puedo aprender más, como si fuera un recipiente con la tapa cerrada que no deja entrar nada. Y leyendo "Tokio Blues" de Murakami, esbocé una explicación. "Una se siente abrumada: piensa que no les llega a la suela del zapato. Pero eso es todo. No son capaces de ir un paso más allá ¿Por qué? Porque no se esfuerzan. Porque jamás les han inculcado el sentido de la disciplina. Porque les han estropeado. Desde niños, han tenido tanto talento que han conseguido hacer cosas sin esforzarse, y la gente los ha alabado por ello, diciéndoles lo extraordinaios que son. (...) Ningún profesor les ha enseñado a disiplinarse y, en consecuencia, pierden un elemento necessario en la formación del ser humano." Tengo la sensación de haber estado reproduciendo las actividades de otro (en materia de arte), copiando sus trabajos para dibujar lindo, pero cuando llega a la hora de crear algo mío, me cuesta. Con palabras o pensamientos me es más fácil, son líneas y yo soy una chica de líneas... pero con el arte, manchas, trazos, líneas, sin lenguaje ni abecedario... ¿de donde saco ese material? Entonces veo que la pregunta ya no es 'de donde', sino preguntarme por el 'qué'. Y según Heidegger, no hay mejor lugar para hacerse este tipo de preguntas que en las obras mismas, es decir, pararse frente a una obra y preguntarle a ella qué es desligandola de toda atadura. Yo difiero un poco en este último punto, yo creo que la ambición final no es entender la obra sino a lo que me remonta -a mí como crítico- al artista. Lo que yo entienda de él, es lo que realmente entiendo sobre mí.
A veces me invade la sensación de que no sé esforzarme, o me cuesta aprender, que quizás ya no puedo aprender más, como si fuera un recipiente con la tapa cerrada que no deja entrar nada. Y leyendo "Tokio Blues" de Murakami, esbocé una explicación. "Una se siente abrumada: piensa que no les llega a la suela del zapato. Pero eso es todo. No son capaces de ir un paso más allá ¿Por qué? Porque no se esfuerzan. Porque jamás les han inculcado el sentido de la disciplina. Porque les han estropeado. Desde niños, han tenido tanto talento que han conseguido hacer cosas sin esforzarse, y la gente los ha alabado por ello, diciéndoles lo extraordinaios que son. (...) Ningún profesor les ha enseñado a disiplinarse y, en consecuencia, pierden un elemento necessario en la formación del ser humano." Tengo la sensación de haber estado reproduciendo las actividades de otro (en materia de arte), copiando sus trabajos para dibujar lindo, pero cuando llega a la hora de crear algo mío, me cuesta. Con palabras o pensamientos me es más fácil, son líneas y yo soy una chica de líneas... pero con el arte, manchas, trazos, líneas, sin lenguaje ni abecedario... ¿de donde saco ese material? Entonces veo que la pregunta ya no es 'de donde', sino preguntarme por el 'qué'. Y según Heidegger, no hay mejor lugar para hacerse este tipo de preguntas que en las obras mismas, es decir, pararse frente a una obra y preguntarle a ella qué es desligandola de toda atadura. Yo difiero un poco en este último punto, yo creo que la ambición final no es entender la obra sino a lo que me remonta -a mí como crítico- al artista. Lo que yo entienda de él, es lo que realmente entiendo sobre mí.
En la búsqueda por el arte lo que estoy buscando pareciera ser lo que quiero decir a través de él y en consecuencia, retornar a mí. Cuánto más perdido se está, más se busca y mayor desesperación hay, por miedo a perderse a uno mismo. Lo que más queremos proteger es en definitiva lo que siempre está pero no podemos ver. ¿Si no me puedo a ver a mi mismo en un lugar muy oscuro durante largo tiempo, y olvido lo que era ver algo que no fuera negro, sigo existiendo?
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