Y resulta que a veces cansa ser fuerte, o hacerse el fuerte. Cansa hacer lo correcto o lo debido e invaden ganas de hacer meramente lo que se tiene ganas de hacer. Yo suelo ser bastante fuerte en cuanto a reprimirme de cosas que por ahi me perjudiquen, me construyo un fuerte-mental y me cierro a lo que no me parezca: relaciones, gente, actitudes, deberes... Pero estos ultimos tres días me empaqué, me cansé de ser fuerte aunque esa es una postura que muchas veces se adquiere para protegerse de cosas boludas, como volver a verte con tu ex si sabes que te va a movilizar tanto la cabeza como el corazón; si sabés que juntos no funcionan... Ese tipo de cosas.
Y no se, nunca se qué hacer, hay tanto en juego y al parecer hay tantos equipos con sus diferentes jugadores jugando sobre mi cesped que ya no se hacia donde pateo o qué es lo que me mueve, el deber o el deseo. ¿Qué es mío y qué no? ¿Qué conviene, qué no? ¡¡¡Chau!!! No más pensar por favor. No me importa proceder correctamente, quiero hacer las cosas que siento, y dale, en las películas las cosas más interesantes pasan despues de que alguno de los protagonistas hace alguna macana. Y no lo defiendo por el hecho de que sea más interesante en mi vida-pelicula-ficticia, sino porque es... lo que sentís. Y no siempre está "bien" (qué es bien?). Ya dos personas me retaron por haber cedido, por haberle dado cabida a mis fantasías de volver a verlo al muchacho y de no concluír todo todavía... Siempre sabré que con él no soy mi mejor pesona y no confluímos genialmente, pero lo quiero y fue muy importante para mi y siento que estoy justificandome...
Pero en realidad lo que quiero expresar aca no es el haber estado con él post ruptura, sino que incluso despues de eso... y esto no lo defiendo porque me parece que lo lastimé... le dije que lo quería volver a ver, y que por favor, él me frenase con su sensatez. Mi mensaje en busca de trivialidad basicamente le decía soy una nena egoísta, hacete cargo o cedé conmigo a pesar de que fui yo la que recalcó en que NO podemos seguir juntos... Él hizo lo más efectivo que pudo, pero quizás lo más doloroso, no contestó. Fin. Ahí terminó. Baldaso de agua fría.
Di vueltas por toda mi casa, terminé de asesinar los contenidos de la heladera, grité varias veces, reí histericamente, lo putié... Era lo que necesitaba, creo, putearlo (a pesar de que fui yo la que terminó la cosa porque fui yo la que quiso ver la realidad y hacernos justicia a los dos; la madura, la que nunca se desbocó en la relación, que siempre pensó y midió todo). Necesitaba sacar toda la bronca e impotencia que tuve durante la relación y putearlo (aunque no a él no podría lastimarlo, mi gran estigma en la relación). Sacarme tambien, las ganas de ver qué hay despues de que el cuento terminó y no respetar esos margenes dados por un narrador. Ser una adolescente y cometer estupideces, perder la cabeza, ser una nena.. lastimar, lastimarme, sentir.
No se que es lo que buscaba realmente, por ahí todas esas cosas que dije antes, o por ahí esta es mi salida fácil para no esforzarme. Porque recientemente me di cuenta que "esforzarme" es un concepto que me es ajeno, y con razón, ¿si siempre huyo de las cosas cómo puedo fortalecer mi fuerza de voluntad, mi brazo, mi resistencia? Se huye por miedo, por falta de confanza, por no saber cómo encarar las cosas...
Fuera mi razón o mis ganas de jugar y embarrarme un poquito, me da cosa que haya sido mi primer chico querido, el primero con el que formé un lazo fuerte.
Me da cosa salirme de eso que conocí y adentrarme a las aguas saladas de este mar desconocido.
Me da cosa salirme de eso que conocí y adentrarme a las aguas saladas de este mar desconocido.
Me da cosa haberlo lastimado y que piense que para mi no fue fuerte lo nuestro.
Me da cosa la vida... pero si no te produjera nada, si estuvieramos calmados o adormecidos, si siempre caminaramos sobre el lado iluminado, si nunca probaramos alguna locura o jugáramos o desafiáramos nuestros límites (para bien o para mal, porque todo lindo con jugar pero a veces termina en cosas malas y hay que hacerse cargo)..., nada tendría sabor. Sería todo lo mismo, y ante todo, nos sería ajeno. Porque como seres humanos no somos perfectos, y vivir rectamente según el camino trazado por un afuera (con muy buenas intenciones) no es ser fiel a nosotros. No nos conoceríamos, porque parte de vivir y conocerse es experimentar y experimentar lo que la propia razón y corazón te dicen. Ver quien somos en cada situación y si somos afín a ella. Como quien sale del secundario, tiene que probar, jugar, conocer para saber hacia donde quiere orientarse... O simplemente para estar al mando de su vida y no dejarse ir con la corriente nomás. Cuestionar.
Hay una fina línea entre deseo y deber.
Somos nuestra propia persona- Deseo vs. Vivimos con otros-Deber. Balancear el adentro con el afuera sin que el deber esté muy presente en nuestra interioridad pero sin dejar que el deseo actúe indiscriminadamente... porque a veces ni nosotros mismos tenemos la razón. A veces lo que queremos no es lo que es mejor para nosotros. Y ahí viene la gran diferencia: ¿Jugás por satisfacer tu deseo o para estar mejor en un futuro? Hay que tener la claridad para ver las cosas y para saber que NO SE PUEDE PLANEAR NADA. La vida es como una gelatina, no deja de moverse, a veces pensas que vas para la derecha pero te lleva para la izquierda. No somos omnipotenentes, no controlamos todo... y por suerte, porque no siempre nos guian los mejores impulsos. Y no importa equivocarse, no hay que reducirse a buscar el éxito intachable, hay que buscar lo que nos hace bien, ser fiel a lo que sentimos (no actuar evitando equivocaciones y metidas de pata, porque eso es relativo y no nos pertenece... y nunca vamos a estar contento si el resultado fue malo porque buscamos la perfección, en cambio, si buscaramos las cosas que nos hacen felices, no importaría fallar porque fue por una causa propia). Y cuando no sabemos lo que es esa causa... hay que seguir siendo por donde creemos y esperar que nos caiga una cachetada de alguna parte para reorientarnos.
Durante mucho tiempo.. mucho... yo pensé todo, racionalicé todo. Todavía lo hago, de hecho. Y nunca cedí al placer, al deseo, a mi propia voluntad. No ejercí mi individualidad en esta puja interna entre deseo-deber. Siempre validé el exterior, la mirada ajena, las normas. Quiero ejercer mi deseo, entrenarlo para que brote libremente, me refiero, nauralmente. Es estúpido haber naturalizado algo que me es externo, que me mantiene prisionero porque yo dependo de eso, de lo que está bien, de lo esperable, de la valuación de un otro... Nada de eso depende de mi, entonces ¿en manos de quién está mi vida, para quien soy y actuo y hago y pienso?
Hay que arrancar en uno, jugar para su propio equipo, quererse, valorarse, ejercitarse, jugar, disfrutar. Y luego, mediar eso con el afuera y que no se vuelva un caballo desbocado... pero que la esencia del caballo esté y sea libre y no censurada desde el adentro. El afuera siempre está para tirarnos abajo si le pinta, para censurarnos; el adentro es la roca que nos sostiene, adentro no se censura, adentro se es plenamente.
¡¡Si no podes ser vos y real con vos mismo, te estas enajenando de lo más UNO y PROPIO que existe!!
Es una cargada... No se puede ser parte de la masa sin ser un individuo primero. Como el escritor, qué él haga lo que le parezca y que los comentadores se encarguen de tirarlo abajo o reivindicarlo; él no escribe para hacerlo bien, él hace arte para él y nunca debería censurar su arte en pos de algo ajeno, algo variable, algo que no es su interior porque de esa forma no fluye ni es verdadero.
Es una cargada... No se puede ser parte de la masa sin ser un individuo primero. Como el escritor, qué él haga lo que le parezca y que los comentadores se encarguen de tirarlo abajo o reivindicarlo; él no escribe para hacerlo bien, él hace arte para él y nunca debería censurar su arte en pos de algo ajeno, algo variable, algo que no es su interior porque de esa forma no fluye ni es verdadero.
Aceptar nuestra esencia, darle lugar en uno y en el mundo y nunca, nunca negarla.
Es lo único que nos pertenece, lo que más vale, lo que distingue.
No sirve de nada vivir para el afuera, para las normas y los ojos ajenos, eso solo deja cuerpos vacíos.
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