Cortamos y con
cada día que pasa me doy más cuenta que no estaba bien con él sea porque no
sabía cómo ser o porque no complementábamos. Me di cuenta que quiero otro tipo
de persona conmigo, vía las personas con las que me estoy cruzando estos días.
Y necesito otro tipo de persona, con
quien en definitiva me sienta confiada como para ser yo en todas mis facetas y
decir metáforas y hacer chistes tontos y reírme y emocionarme por bobadas y
expresar lo que pienso así como lo que siento.
Y yo me siento
mejor y más plena, descubriéndome, explorando lugares, actividades, personas en
este momento… Con él siempre me limitaba a hacer lo que él quería usualmente
como quejándome por no hacer lo mío cual niña caprichosa… adhiriendo a lo de él
de mala gana, como si hacer lo que quiero no estuviera en el menú de lo
posible. Entonces ahora que me siento tan libre, sin embargo, me pongo celosa
cuando veo que le gusta la cantante que yo le pasé o cuando se babea con sus
amigos por esa cantante. Y digo ¿por qué? Celos de posesiva en parte porque yo
se la presenté y ahora se la muestra a TODO mundo… pero también celos por no
ser LO único en su vida. Yo necesitaba ese status para sentirme bien conmigo.
Él me dijo: “sos la única, sos la mejor, te amo”, y me sentí completamente
validada (y a la vez…). Bien que luché por ese puesto, para que alguien me
tuviera ahí para no tener que propiciármelo yo misma. Financié una bella faja
en vez de bajar la pansa, un disfraz perecedero para poner sobre una de las
bases más importantes de una persona, su propio valor y amor. Ahora, sintiendo
esta inseguridad emergente ante su apreciación por otras mujeres y yo ya no
ocupe aquél puesto, aquél lugar idílico, alejado, no real, no mío; me doy
cuenta gracias a que me salí de la relación de tantas cosas básicas erróneas al
interior de nuestro vínculo, que ya venía pudriéndose. Estaba apoyado sobre
todos los valores que no hacen a un vínculo sano.
Vos no estás con
alguien para que tape con su presencia las cosas que no te gustan de vos, que
no queres ver de la vida o que te dan miedo para esconderte a su sombra. Una
armadura te protege de lo indeseable y te da una apariencia no-real tuya (a
defender), pero no te da amor. Vos estás con quien podes construir un vínculo
real, con alguien quien pueda ver la parte más sensible de tu ser, la más
honesta, con quien puedas ser en tu mayor plenitud y expresión sin miedo; con
quien disfrutar y a quien disfrutar.
Vi, con él, que
yo estaba defendiendo una figura ideal mía, la que yo creaba para sus ojos. Y
que mientras esa bandera oleara, yo estaría en alto. Pero, esa no era mi
bandera y yo no la oleaba por mi diversión sino por la de él. ¿Por qué tenemos
esta necesidad de ser para otro, de
medirnos según la visión de afuera, de hacer de todo para alegrar y hacer feliz
al otro pero no a nosotros, (que somos… digamos, el principal afectado por
nuestro accionar)? Era perecedero lo nuestro porque sin darme cuenta me
convertí en la chica que él quería y con la cual fantaseaba, y cansa ser
alguien que no sos, y la validación que te dan resulta no ser suficiente… Por
suerte, por suerte no me dejé engañar por ese juego que llevábamos, por suerte
reconocí que el valor que me daba no me llenaba, ese valor fundado en una
imagen, por suerte vi que no me hacía feliz la relación. Porque en la vida hay
que hacer las cosas que te hacen feliz y elegir CADA día hacer las cosas que
haces y para lo que las haces. Yo me achanché en ese año y monedas porque ya no
era para mí, no pensaba para mí, no
hacía para mi… era todo en función de él. Le estaba dando una función y yo era
la atracción principal, me perpetué en el rol de una actriz en vida sin
siquiera darme cuenta. Dejé de disfrutar el arte de actuar y lo convertí en un
trabajo esperando de él un sustento, una paga. Dejé que la paga de ese trabajo
me definiera a mí y a mi actuación a pesar de no querer ocupar ese rol, pero
sin cuestionarlo tampoco. Y así y todo, ahora quedo con una lastimadura que
todavía no cerró, la de no querer estar en el lugar de quien es en función de
otro, de no querer hacerme cargo de la felicidad del otro, de no querer
entretenerlo, mirarlo y dejar de verme a mí; no quiero hacerme responsable de
los sentimientos de nadie, porque esos sentimientos en común son resultado de
una interacción, de dos personajes. No podes tirar todo sobre tus hombros y
esperar remarlo sólo (y menos cuando tiene que ver con una pareja)… Esto lo sé
pero todavía lo guardo con mucho cuidado, esto, lo defiendo mucho… por ahí
tendría que dejar de evitar tanto aquella catástrofe que temo repetir y de
nuevo… relajarme, ser y disfrutar. Respetarse y quererse uno, para que también
lo hagan los demás.
Y la verdad es que sé todo esto, pero todavía las ganitas en el medio de la noche de llamarlo o verlo están. Ya ni se si son por necesidades o conflictos mios o tamar, o proque significó tanto para mi... Esta ultima pregunta la voy a dejar abrierta para no iluminarla con el frío conocimiento y vivirla simplemente, en su encanto. A veces no hay que escarbar tan profundo para entender, y hay que dejarse sentir y ver dónde te lleva eso.... Así que acá freno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario