viernes, 8 de marzo de 2013

Perota Chingo

Buenos Aires, abril 20 (Agencia NAN – 2012).- 
¿Cómo llegamos a esto?” Hace muy poco, sentadas en un bar de Valparaíso frente a más de un centenar de personas que esperaba escucharlas, a Julia (Ortiz) y Lola (Aguirre) les cayó esa ficha. El dúo que nació para bancar los deseos de ambas de patear el mundo se convirtió, vía poder hipermultiplicador del ghetto cibernético, en cuarteto y “proyecto de vida”. O algo similar. Junto a la guitarra de Diego, la percusión de Martín y las imágenes de Pocho, las voces de estas dos jóvenes exploradoras ofrecen bellas melodías de “música viajera”. Tras varios meses de gira por sucuchos vecinos, volvieron a sus pagos natales para “tomar impulso”. Con el empuje moral y económico de aquellos que ansían por escucharlas allo íntimo & interactivo, esperan iniciar una gira que las lleve por el continente americano. Sí, sí, prometen llegar a Estados Unidos.  

Perota Chingo nació porque la gente lo pidió. Ahora nos piden que vayamos hasta sus lugares, que toquemos allí, y nosotros encantados, pero les pedimos que nos ayuden”, explicó Lola. En estos días terminarán de ultimar los detalles del proyecto, que pondrán en funcionamiento a través del cada vez más popular sitio web Idea.me (un espacio que pone en contacto ideas que necesitan de financiamiento para concretarse y usuarios/espectadores que deciden aportar una moneda). Quieren recaudar los fondos suficientes para comprar una camioneta que les permita acercarse hasta todos los lugares desde las que las convocaron vía Facebook. Brasil, Perú, Colombia, México, Chile, Ecuador y el terreno yanqui. 

Cuando el verano de 2011 comenzaba a meterse en la cucha, Lola decidió guardar su guitarra y volver a Buenos Aires. Había pasado unos dos meses en la costa uruguaya con Julia, una coetánea y conlugareña suya —las dos son de la zona norte del enorme Conurbano—, llenándose de sol, viviendo de lo que la gorra recaudaba cada vez que la pasaban por las manos de aquellos que las escuchaban cantar, sea almuerzo o cena.

L:— Cabo Polonio invita a eso. Nos fuimos con poco dinero para vivir dos meses en el mar oriental, entonces armamos un repertorio, un par de canciones. En un ensayo apareció un hermoso personaje de allá, Opai Fernando, que nos escuchó y nos dijo que estábamos listas. Nos presentó en un bar y nos dijo, ‘dale, toquen’. “Ando ganas” (de Los piojos) fue el primer tema.
J:— Nos dio miedo, pero no bien empezamos a sonar se generó un silencio… Fue increíble. Muy intenso.

En algún día de ese verano conocieron a Pocho, quien había viajado a ese germinador de nueva música uruguayo con otra banda argentina para filmar sus videos. “Borré algunos para registrarlas a las chicas”, recordó en la rueda de diálogo con NAN. “Ríe chinito”, una preciosa especie de canción de cuna, se convirtió en el alumbramiento del duo como conjunto musical. Sin que ellas lo supieran, claro. Mientras Lola se aclimataba a su tierra natal y preparaba el bolso para, esta vez cruzar el (gran) charco hacia Francia, Julia se internaba en la selva amazónica de Perú. Pocho, sigiloso, emprolijó el audiovisual (repito, hace falta: hermoso), lo colgó en You Tube y el contador de visitas estalló. Llamó a Lola, quien entre el asombro y la incógnita, por las dudas, desarmó las valijas. Juntos, probaron con un perfil en el “cara-libro” de Perota Chingo y le pidieron a Julia que vuelva. .     

L:— En sí, la gente nos pidió que construyéramos una banda. Si hubiera sido por nosotros, cada uno hubiera seguido con su vida, en la suya.

En diciembre de 2011, las chicas decidieron “tirarse a una pileta sin saber bien en qué estado estaba”, como definió Julia. No lo hicieron solas. Llamaron a Diego, un guitarrista uruguayo que habían conocido en el camino, y a Martín, un percusionista que las había contactado por la red social y con quien “fue amor a primera vista”, definió Lola. Hoy se dedican exclusivamente al grupo.

—¿Cuánto les importaba la música antes de Perota? 
J:— Mucho, pero siempre a nivel personal. Sentimos que la música es algo que nos une como seres humanos, algo profundo que viene desde la tierra, y que nos atraviesa por igual. Ahora, pensar en vivir de la música o ser parte de ella se convirtió en nuestro universo con Perota.

Se ubican “independientes”. Lola argumentó que, aunque después del boom se les acercaron varios productores y discográficas, les gusta mantenerse “así, en la época de exploración, de tener que hacernos cargo de todos los rubros. Nos gusta tener contacto con la gente, buscar lugares para tocar, conocer nuevos amigos músicos, público”. Así lograron grabar el disco que ofrecen en cada toque, en el estudio de grabación de una banda que se los prestó en Santiago de Chile. “Queremos seguir así, entre amigos, compartir nuestra energía con quien nos quiera escuchar”, concluyó Julia.


--¿Cómo definirían la música que hacen?
 J:-- Es una música viajera. Hacemos canciones que son viajes. No entran en ningún estilo porque de repente agarramos un chamamé de Paraguay y lo deformamos, emprendemos un viaje con él, el nuestro. Más que algo encasillado, buscamos que nuestra música nos libere y libere a quien la escuche. 

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