¿Qué más quiere uno que encontrarse a sí mismo? (para poder moverse con libertad en su propia esencia, sin dejarse dominar por el exterior inmenso). Pero ya decidí que ese es un deseo idílico, irrealizable. Nunca te vas a poder encontrar a vos mismo porque nunca sos el mismo dos veces. Constante cambio, movimiento, metamorfosis, sistema, inestabilidad, traslación. Sinético.
Somos como un pozo sin fin que abre a un extremo de la tierra y respira por el otro; como un agujero de gusano al que ingenuamente arrojamos monedas pidiendo e imaginando. A través de él corren corrientes, se erosionan las paredes, se sedimentan, aparecen obstáculos; mancha de colores. El agujero se cierra, se abre. La energía nunca deja de correr. ¿De donde sale? Por ahí entra.
¿A donde iba yo con esto? Quizas me dirigía al principio y me encontré en el fondo.
Harta de la lisa superficialidad escarbo a los bordes de este agujero en la tierra. Me contamino las uñas con tierra insustancial que se desgrana como miga de pan. En busca de ese mundo primitivo que nunca es pero siempre será. Mi fantasía ingenua que es la sal de la preparación. No me animo a comer sin ella, a creer sin ella, por miedo a perder la densidad ficticia de lo que es llenar un estómaco vacío.
Clarisse Aioki
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