jueves, 16 de agosto de 2012

Crónicas del Transporte Público

Hay una cierta magia que le encuentro a ver pasar la vida desde un vehiculo en movimiento mientras todo lo demas se mantiene estatico. Es como tener acceso a muchas ventanas y pispear dentro de ellas por un breve momento. Veo las vidas de toda clase de gente, sus costumbres, sus interacciones... todo en una secuencia casi cinematográfica, porque nunca nos quedamos con una historia, la vemos y luego hay que despegarse de ella para ver el resto. 

Sin embargo, cada vez que paso por los mismos lugares me convenzo de que algún día abandonaré mi rumbo estipulado y me bajaré en alguna de esas ventanas para explorarla en detalle. Claro que la expectativa de ella no será la misma que la realidad, sin embargo, hay una emoción más texturada e interesante en vivir un momento, contrario a simplemente presenciarlo. Hacerlo tuyo, ya no ser el espectador.

Me encanta el recorrido de cierto colectivo que suelo tomar, me encanta saber que a la misma hora voy a ver las mismas personas que determinados dias se van al gimnasio a hacer karate. Que eligieron eso. Me sorprende, me intriga y me gusta ver las cosas que elijen las personas y me siento super inclinada a preguntarles porqué lo hicieron (o si veo a alguien con un libro hago hasta lo imposiiible por ver qué libro es.. porque así sé un poquito más sobre esa persona y ya no son solo caras, sino sujetos).
¿Será de chusma nomás? Creo que no, genuinamente me interesa ver qué pasa por la cabeza de las personas y entender porqué piensan y hacen diferente a mi; porqué no somos todos iguales, qué nos diferencia, qué nos mueve.

A veces el transporte público rompe con su aura de copadéz y magia y volves a una realidad un tanto agresiva, como cuando salís del tren y la gente se abalanza sobre vos, no le importa nada, te apretujan el culo como aprovechando una oportunidad... ¿te crees copado o más macho por hacer algo asi? E incluso vos te ves obligado a romper con la magia y largás una puteada y te ves forzada a empujar cual rugbier. Son solo momentos que en definitiva, ante el choque de estos con los poéticos, me causan un poco de gracia.

Descubrí que disfruto intensamente las pequeñas experiencias, no tengo mucho registro de las grandes, sólo sé que cuando busco en mi memoria momentos lindos siempre voy a los que se esconden y aparentan no ser importantes. Son estos los que me sacan las sonrisas más sentidas: recuerdos de tardes en bici; el día que corrí para llegar al rápido, lo alcancé y tuve los mejores 25 minutos de viaje con un sol que enmarcaba las ventanas, la frescura del paisaje y un libro interesante (pura poesía en ese momentito). O el otro día estaba en la fila más larga de colectivo del mundo y por la calle pasa un chico de pelos locos en bici y nos grita: Usen bicicleta que son jóvenes! Me encantó..

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